
"Los cincuenta días después de Pascua se prolongan como un solo día de fiesta, un gran Domingo" (Misal).
Pero durante este tiempo pascual no celebramos sólo que Jesús Resucitó. Celebramos muchos más: Jesús vive para siempre en la Gloria del Padre y vive - gracias a su Espíritu - entre nosotros.
Es fundamental demostrar durante este tiempo una adhesión más profunda y personal a Jesucristo Resucitado, por la fe y los sacramentos. No debemos olvidar que somos testigos de la Resurrección por la palabra y por las acciones que realicemos en nuestra vida personal, familiar y social.
El color propio de este tiempo es el blanco, y el signo por excelencia es el Cirio Pascual, que brilla junto al ambón en todas las celebraciones simbolizando a Cristo Vivo, Luz del Mundo.
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