El Espíritu Santo es la fuerza que nos dejó Jesús después de su Resurrección, para que cuando Él volviera al Padre su Espíritu nos hiciera permanecer firmes en la fe y unidos entre nosotros. Por eso Él es el que nos congrega junto a Jesús.
La fuerza del Espíritu Santo nos impulsa a vivir en comunidad, saliendo de nosotros mismos, apagando las voces de nuestros intereses, egoísmos, indiferencias, el no te metás, y nos hace salir hacia los demás.
Nos libera de estas actitudes que nos aislan y nos impiden escuchar la voz de Dios, su Voluntad, que quiere que seamos su pueblo, que vivamos como hermanos.
El Espíritu Santo nos invita a vivir en comunidad y nos da la Gracia de la unidad para lograr esta comunión. Sólo en Él podemos formar la verdadera comunidad, porque nos abre el corazón al amor que crece cada día a pesar de nuestra limitaciones y defectos.
Preparémonos a recibir el Espíritu que proviene de lo Alto y a vivir la misma experiencia que tuvo la primera comunidad cristiana, junto a María y los apóstoles...

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