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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 7 de junio de 2009

Homilía de la Solemnidad de la Santísima Trinidad

"La Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; tres Personas y un solo Dios. El Misterio de Dios más difícil de explicar y comprender. San Agustín decía que es más fácil que toda el agua del mar quepa en un hoyo pequeño hecho por un niño, antes que él entendiera el Misterio de la Trinidad. Desde Moisés en la zarza ardiente al cual se le presentó diciendo `Soy el que Soy, tu único Dios´, los hombres de fe han aceptado y defendido la idea de un solo Dios. Pero tan único era este Dios que el hombre lo dejó allá, lejos, distante, y Dios quiere estar cerca nuestro. Por eso se hizo Hombre, vivió treinta años como todos los hombres para alcanzar su confianza, y al finalizar su misión nos dejó su Espíritu para permanecer junto a nosotros". Luego el Padre Javier, para iluminar mejor a la Asamblea, comparó el misterio trinitario con un matrimonio, donde cada uno de sus miembros es único y diferente, hombre y mujer que se aman profundamente y cuyo fruto es el hijo, otra persona diferente, pero que comparten y viven el mismo amor. "Así, de Dios y del Hijo en un profundo Amor mútuo, de un Amor de ida y vuelta, de la íntima Comunión (común-unión) entre ambos, surge el Espíritu Santo". Al final de su homilía, el P. Javier remarcó la necesidad de reconocer en cada una de las Tres Personas al Único Dios. "Nuestra vida debe ser reflejo de lo que manifestamos aquí en la Eucaristía: iniciamos y finalizamos la Santa Misa en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; reconocemos la Trinidad en el Credo, y en la Consagración rogamos al Padre que por Acción del Espíritu Santo nos haga presente a su Hijo Jesucristo. Así también debemos descubrir que lo que somos y hacemos es por el Amor Infinito puesto de manifiesto en la Santísima Trinidad".

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