
También se recuerda a María Magdalena por otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena contemplaba la cruz a cierta distancia. Acompañada por "la otra María", descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia. La tradición oriental afirma que después de Pentecostés, fue a vivir a Efeso con la Virgen María y San Juan y que murió ahí. Pero, según la tradición francesa adoptada por el Martirologio Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena fue con Lázaro y Marta a evangelizar la Provenza y pasó los treinta años de su vida en los Alpes Marítimos, en la caverna de la Sainte Baume. Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.
Fuente: www.aciprensa.com/santos
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