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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

viernes, 7 de agosto de 2009

La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo

por Viviana

Dos niños han quedado solos en el coche. Las puertas están bloqueadas por seguridad. Los padres se han demorado más de la cuenta. Es probable que se hayan olvidados de ellos a causa de todas las compras que tienen que realizar. Los transeúntes atiborrados en la calle pasan junto al auto. Los niños deciden pedir ayuda. Hacen señas a todos los que pasan. Nadie presta atención. “¿Cómo es posible que nadie quiera ayudarnos?” se dicen uno al otro. Las señas comienzan a ser más desesperadas. Los dos se acercan a las ventanillas y agitan las manos. La mirada indiferente de los peatones los pone más nerviosos todavía. Mucha gente ha visto el coche, pero jamás a los niños. Los vidrios son totalmente polarizados.

Muchos hemos polarizado nuestros ojos. Transitamos por la vida mirándonos a nosotros mismos. Las señales desesperadas de mucha gente necesitada absolutamente de todo quedan desapercibidas. Pasamos todos los días a su lado, un vidrio polarizado nos separa.

En nuestro barrio La Milagrosa, tanto al norte como al sur, existen muchas familias que no cuentan con lo mínimo indispensable para alimentarse diariamente. No son “dignos” de tener cubiertas las necesidades básicas mínimas. No son “dignos” de tener un trabajo.

Algunos miembros de la comunidad de la Capilla “Virgen de la Medalla Milagrosa” se han sentido tocados por la situación de una familia en particular, independientemente de la ayuda que puedan ofrecer a tantas otras. En este hogar conviven ocho personas, la mayoría niños. El hombre está imposibilitado de realizar trabajos que requieran algún esfuerzo, por eso ya nadie lo contrata. Se sostienen por la caridad. Voluntad es lo único que les queda, por eso han comenzado a preparar una huerta con las semillas que alguien les consiguió.
En la Capilla se ha dispuesto que cada segundo domingo de mes se realice una colecta de alimentos para esta y otras familia, movidos por lo que confiesa la dueña de casa, sin vergüenza porque todavía mantiene la dignidad de madre: “Hasta dos o tres días pasamos sin comer para que no les falte un pedazo de pan a los chicos”.

Quiera Dios, Nuestro Señor, podamos ver con claridad estas realidades y no nos demoremos más de la cuenta, tal vez mañana sea demasiado tarde para muchos.

Por caridad: “Nadie es tan pobre que no pueda dar, nadie es tan rico que no necesite recibir”.

El título: Frase de Sófocles. Poeta trágico griego.

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