Quizás muchas veces nuestros visitantes se han preguntado por qué diariamente se evoca la vida de un Santo (según el Santoral Católico).
Laureano Benítez Grande-Caballero en la Introducción de su último libro "Orar con... la Palabra de los Santos" nos recuerda: "Todos fuimos creados por Dios para ser santos. Cristo es la clave para la santificación de nuestras vidas, hasta el punto de que todo lo que hagamos en Cristo, se santifica. Pero, aunque Cristo sea el verdadero modelo de santidad, este modelo también es visible en la vida de los santos, que son personas destacadas por sus virtudes, con las cuales expresan en su vida un compromiso cristiano y una entrega radical a Dios, que les hace ser considerados como modelos capaces de mostrar a los creyentes un camino ejemplar de perfección."
En la medida que conocemos la vida de quienes ya gozan de la plenitud del Señor, comprendemos su perfil humano, sus debilidades, sus frustraciones, rebeldías y en muchos casos, el dificil tránsito hacia la conversión, como San Agustín, por ejemplo.
La razón, entonces, está en que conociendo y sabiendo que ellos pudieron, nosotros si nos proponemos, también podremos.
"Además de ser modelos de vida que es preciso imitar, los santos son los intercesores o los protectores, y son objeto de culto (dulia) por entenderse que, después de muertos, disfrutan de la compañía de Dios. Los santos en sentido estricto son aquellos que alcanzan la beatitud eterna, contemplan a Dios en el Cielo e interceden por los seres humanos en la Tierra, ayudándonos con su ejemplo e intercesión a reunirnos con ellos."
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