
Comenzó haciendo una pequeña referencia histórica, según el Antiguo Testamento, del uso del término "hermano". Primero se hacía referencia a los parientes con algún grado de consaguinidad, luego los hebreos llamaron hermanos a quienes pertenecían a su pueblo, considerados hijos de Abraham.
Jesús amplía el concepto y lo universaliza al asegurar que todos somos hijos de un mismo Padre Dios, y lo confirma en la Cruz al entregarnos a su propia Madre para que no queden dudas de nuestra hermandad: "Mujer, aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Aquí tienes a tu madre" (Jn 19, 26-27).
En torno a esto, el P. Javier reflexionó sobre las palabras del Santo Padre Benedicto XVI, que en su Encíclica "Deus caritas est", nos dice que la tendencia actual del hombre es el individualismo que lleva a la soledad.
En la Palabra de Dios, la oración y la Eucaristía encontramos la iluminación y la fuerza para perdonar, y junto con el Espíritu Santo, la fraternidad y caridad hacen posible una comunidad de hermanos, que en definitiva es la Iglesia.
Finalizada su predicación, comenzó la Adoración al Santísimo Sacramento, momento dedicado a la oración y meditación profunda, con la iluminación de la Palabra de Dios que recomendó, y que nosotros citamos a continuación para su lectura:
- Primer libro de Samuel, capítulo 20: El Pacto de David y Jonatán;
- Salmo 133: Canto a la unidad de los hermanos;
- Mt 5, 21-48: Ley de la fraternidad y
- 1Cor 12, 12-30: Sobre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario