En el mes de diciembre de 1830, estando en oración, vuelve a oir Catalina un “frufru”, esta vez detrás del altar. El mismo cuadro de la medalla se presenta junto al tabernáculo, por detrás.
«Estos rayos son el símbolo de las gracias que la Virgen Santísima consigue para las personas que le piden…Ya no me verás más».
Es el final de las apariciones. Catalina comunica las peticiones de la Virgen María a su confesor, el Padre Aladel. Este la acoge muy mal y le prohibe pensar en ello. El choque es duro.
El 30 de enero de 1831, se acaba el seminario. Catalina toma el hábito. Al día siguiente, se va al hospicio de Enghien, fundado por la familia de Orléans, calle de Picpus, N°12, en Reuilly, al Este de París, en un barrio de miserias donde atenderá a los pobres a lo largo de 46 años. Su secreto lo guardará toda la vida para ella.
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