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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 4 de octubre de 2009

Homilía del Domingo 04 de Octubre

¡Que el hombre no separe lo que Dios ha unido!
El Padre Ricardo comenzó su prédica con esta sentencia de Jesús puesta de manifiesto en el Evangelio de san Marcos, capítulo 10, correspondiente a las lecturas del 27º Domingo durante el año.
“¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer? Es una pregunta, dijo, que también nosotros podemos hacerle hoy a Jesús, para poner claridad y verdad frente a tantas situaciones difíciles, complicadas de esta cultura donde todo es relativo, donde sólo se piensa en el bien personal.
Ante esta cuestión, Jesús es muy claro: no es la intención de Dios; no es lo que Él ha querido desde el principio. Escuchábamos la primera lectura, del libro del Génesis, donde se manifiesta lo que Dios ha querido, lo que Dios sigue queriendo, porque Dios es eterno, y lo que Dios quiere lo quiere para siempre, por eso su plan es eterno, su voluntad es eterna.”
Retomando luego las palabras del principio, el Padre profundiza más en el mandato de Jesús: “De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Cuando los novios se comprometen delante de Dios, ese Dios que es eterno, y dicen si hoy es para siempre. Y Dios nos exige cumplimiento, porque sino hoy decimos que sí, mañana que no, conforme a nuestra propia conveniencia, y para Dios, o es si o es no”.
Más adelante explica el concepto de matrimonio: unión entre un hombre y una mujer con la finalidad de constituir una familia, una comunidad, sólo por el hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, que es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo: una comunidad de personas. “El término matrimonio esta habilitado a formar y conformar una familia, una comunidad de vida, no de bien propio. Por eso cuando hablamos de “pareja” estamos destruyendo el término comunidad, es más, estamos destruyendo la capacidad que nos ha confiado Dios de conformar una comunidad”.
También resaltó la importancia de la existencia de tantos matrimonios bien constituidos que permanecen juntos durante todas sus vidas: con dificultades, tropiezos, peleas, discusiones, todas llevadas adelantes con el diálogo, con el apoyo mutuo, con la complementariedad que significa “ser dos en una sola carne”. “Por eso, agregó, si han existido santos matrimonios a lo largo de más de 2000 años; si nosotros hemos crecidos sanamente, con sacrificios, con sanas capacidades, sanos valores dentro de una familia, dentro de un matrimonio bien constituido, tenemos la obligación de transmitir estas experiencias a las generaciones nuevas para que ellos también tenga el derecho de experimentar estos mismos valores, criterios, juicios. Esto es también una responsabilidad de la vida cristiana”, remarcó.
Para finalizar, hace referencia a los últimos versículos del Evangelio de Marcos, donde Jesús dice “dejen que los niños se acerquen a mí”. “A nosotros también nos está diciendo lo mismo: Son muchas las dificultades en la vida matrimonial, sin embargo Jesús no se quiere alejar de nosotros, nos quiere acompañar en nuestras debilidades y durezas de corazón, fortalecer cada día, siempre que nosotros estemos dispuestos a aceptar, con humildad, que Jesús nos abrace como a niños”

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