En el mes de octubre los cristianos invocamos a María con el bello nombre de NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO y ofrecemos a esta Madre el mejor ramo de rosas: CINCUENTA AVE MARÍAS, todos los días.
Recitar el Rosario, escribió Juan Pablo II, “es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo”.
La vida de la Virgen María fue una peregrinación de fe. Inició este camino en Nazaret y alcanzó su final en la Asunción a los cielos. Comenzó en lo escondido y concluyó en el esplendor de su Coronación, como Reina y Señora de todo lo creado. Desde la fe acogió el mensaje del Ángel y, como humilde esclava, aceptó la Palabra de Dios, “Hágase en mi según tu Palabra”, esta fe la acompañó a los largo de toda su peregrinación terrena. Desde esa luz de la fe contemplaba María los acontecimientos de la vida de su Hijo. Observaba y meditaba en su corazón las palabras del Señor. Nunca perdió de vista aquella maravillosa experiencia suya de Nazaret, la luz de la Anunciación debió iluminar siempre la oscuridad de su peregrinación de fe.
En este mes la ciudad de Paraná, sede de la Catedral Arquidiocesana, celebra la fiesta de su Santa Patrona, la Virgen del Rosario, coincidiendo con el cierre del Año Jubilar Diocesano declarado con motivo de cumplirse 150 años de la creación de nuestra Diócesis.
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