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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

viernes, 27 de noviembre de 2009

CELEBRAMOS A NUESTRA MADRE


Esta Fiesta la instauró la propia Virgen María al presentarse un 27 de noviembre a una joven monjita de Labouré, Francia, a la que solicitó mandara acuñar medallas, según un modelo por ella misma propuesto, y las repartiera a todo el mundo. Y en verdad, al poco tiempo eran miles las copias que se habían mandado hacer, y por su efectos milagrosos se comenzó a llamarlas "medallas milagrosas" y la imagen impresa dejó de ser la Inmaculada Concepción para ser la Virgen de la Medalla Milagrosa.

MEDIADORA DE LAS GRACIAS
En las bodas de Caná, la Virgen María intervino ante su Hijo, con tan buen resultado que por ella obró Jesús su primer milagro, incluso anticipando la hora de sus signos. Así ensayó en la tierra el gran oficio que había de ejercitar en el cielo.
El clamor del pueblo fiel que, en todas sus necesidades y peligros, acude confiado a María, demuestra la persuasión que tiene de su gran poder ante el trono de su Hijo.
Jesús, el Mediador esencial entre Dios y los hombres, está unido a Dios como Hijo suyo, y a nosotros como hermano nuestro.
La Virgen María está unida a nosotros, porque es del linaje humano, y a la vez es la Madre de Hijo de Dios hecho hombre en sus virginales entrañas.
Así, aunque todos los santos son mediadores nuestros ante Dios, María lo es en un plano esencialmente superior. Ellos son siervos de Dios, mientras ella es su Madre.
Ninguna criatura es más grata al Señor, y a ninguna escucha con tanta benignidad, como a aquella que le dio el ser humano, lo amantó, lo acompañó en su vida, y estuvo fielmente junto a la Cruz en que moría.
Por eso, quienes llevemos su Medalla con fe y pidamos confiadamente, María intercederá ante su Amado Hijo y Él nos concederá las Gracias a través de su Madre.

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