El Pastor debe dar la vida por las ovejas, dice Cristo en el Evangelio. Y como el discípulo no puede ser menos que el Maestro, Pedro y Pablo consumaron su vida en Roma. Precisamente en la via ostiense donde están los sepulcros de ambos se edificaron las dos Basílicas, que son los templos más importantes de toda la cristiandad. Yo daré mi vida por Ti señalaría Pedro al Señor en el Cenáculo poco antes de negarle en la Pasión. Sin embargo, la Providencia tenía marcado a Simón el camino del martirio como la manera de dar gloria a Dios. Por su parte, Pablo indica a sus comunidades cómo está a punto de ser sacrificado por el Señor Jesús, cuando está apunto de ser decapitado. Así se recuerda que la Fe cristiana se fundamenta en la predicación de la Buena Nueva, que llevaron a cabo los discípulos hasta llegar a dar la vida. También entregó la vida por causa del Reino de los Cielos, la Religiosa Luisa de la Eucaristía. Su fortaleza se hizo cada vez más patente cuando cayó gravemente enferma, experiencia que vivió desde la Fe. No faltó nunca a su trato diario con el Señor desde fuertes momentos de Oración contemplativa.
Fuente: www.cope.es/religion
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