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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 6 de diciembre de 2009

Homilía del Domingo 06 de Diciembre

El Tiempo de Adviento, con su triple finalidad, nos invita a celebrar y contemplar el Nacimiento de Jesús en Belén; a vivir en nuestra vida diaria la presencia de Jesús en nosotros y a prepararnos para la Parusía o segunda Venida de Jesucristo en la majestad de su Gloria.
En este Segundo Domingo “una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. Juan, el Bautista, es el último Profeta –señaló el P. Ricardo en su homilía–, el anunciado por el profeta Isaías muchos años antes, grita en el desierto que todos se conviertan. Y lo hace en un tiempo concreto, por eso es importante la descripción que hace Lucas en su Evangelio al nombrar las autoridades políticas y religiosas del momento. Estos datos nos hacen caer en la cuenta, pensar y contemplar que la presencia de Jesús se da en una época concreta, y no sólo lo vino hacer en un tiempo determinado sino que eso es lo valioso y destacable de nuestra fe: Él sigue permaneciendo entre nosotros hoy, en nuestra realidad, en las situaciones particulares concretas de cada uno.
Más adelante destacó la importancia de prepararnos para salir al encuentro del Señor que viene a animarnos, a darnos la esperanza de nuestra liberación. En este tiempo próximo a la Navidad es importante que nos cuestionemos qué hacemos nosotros para que Jesús nazca en los corazones de nuestros familiares, vecinos, amigos y conocidos. “Salgamos, como Juan el Bautista, a anunciar, a proclamar su venida. Que los buenos deseos no sólo queden en buenos deseos, sino que se hagan realidad. Cada uno de nosotros debemos ser testimonio de esa realidad de que el Señor viene a liberarnos”.

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