Que así también, en este tiempo, restauremos nuestro corazón, lo blanqueemos, quitemos todas las manchas de pecado, y nos dispongamos a vivir la próxima Pascua de Resurrección totalmente renovados, cumpliendo con la misión que desde el Bautismo no ha encomendado el Señor: ser Cristo para nuestros hermanos, y ver en nuestros hermanos a Cristo.
Desde un sitial preferencial, en lo alto del frente de nuestra Capilla, María, la Virgen de la Medalla Milagrosa, saluda y bendice a todos quienes recorren diariamente las calles del barrio.
Elevemos la mirada para contemplar a María, que al hacerlo vemos un pedacito de Cielo, desde donde nos espera junto a su Amado Hijo. Hagamos méritos para alcanzarlo y comenzar a gozarlo desde este lugar que nos toca vivir.
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