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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 28 de febrero de 2010

Homilía 2º Domingo de Cuaresma

“Le preguntaron a un obispo argentino ¿le preocupa que cada vez vaya menos gente a la iglesia? El obispo respondió: Más me preocupa que los que van a Misa salgan transformados”.
El P. Javier comenzó con esta anécdota para resaltar la necesidad de “transformarnos” en este Tiempo de Cuaresma. En el Evangelio de hoy se pueden encontrar varios aspectos que “nos invitan a nuestra transformación”.
El primer signo, Jesús está rezando. Siempre, antes de algún acontecimiento importante, encontramos a Jesús en actitud orante. En esa intimidad con el Padre encuentra el discernimiento, “la Fuerza, Su Gracia”. El diálogo que mantiene Jesús con Dios es siempre en oración profunda. ¿Cuántas veces dialogamos nosotros con Dios? Ese es un aspecto que debemos “transformar”, “cambiar” en esta Cuaresma: acercarnos más a Dios, dialogar con Él, escuchar lo que tiene para decirnos.
Otro aspecto sobresaliente de esta Lectura: Jesús se ilumina, resplandece. Jesús se presenta como “Luz del mundo” para disipar la oscuridad del pecado. ¿Y nosotros… transmitimos la Luz de Cristo? Muchas veces con nuestros comportamientos estamos lejos de transmitir La Luz. También ahí necesitamos transformarnos.
El tercer punto a tener en cuenta: Jesús habla con Moisés y Elías de lo “que iba a cumplirse en Jerusalén”. Jesús sabía lo que le esperaba y jamás rechazó la cruz. Él sabía cual era su misión, y la tomó porque sabía que a través de ella llegaba a la Gloria. Nosotros con nuestras cruces también tenemos que ser transformados. Muchas veces, ante la mínima dificultad nos olvidamos y hasta llegamos a insultar a Dios. Nos olvidamos que es camino de salvación. Ese también es un aspecto que debemos transformar.
Al final del relato, encontrándose Jesús solo, la Voz de Dios le dice a los apóstoles “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. A Él hay que escuchar. Él es el único Maestro. Nosotros también estamos llamados a escuchar su voz, como lo escucharon los Apóstoles, los Padres de la Iglesia, los Santos. ¿Escuchamos la Palabra de Dios? Tenemos muchos “maestros”: escuchamos la voz de la seducción, de la ambición, del poder, de falsos profetas… y a Él no lo escuchamos.
Para finalizar, el sacerdote resumió: “Tenemos que ser transformados en la oración, en iluminar a los demás, en cómo llevar nuestra cruz, y en la escucha de la Palabra de Dios. Este es el Tiempo que debemos aprovechar. Quedan todavía tres semanas de Cuaresma y la Semana Santa para que nos transformemos, nos convirtamos al Amor de Dios para poder vivir la Pascua”.

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