
Es un tiempo que nos convoca especialmente al recogimiento y a la vida interior, para plantearnos con sinceridad nuestro seguimiento a Cristo. Este tiempo para vivir "hacia adentro" se expresa también "hacia afuera": la limosna nos lleva al encuentro con los hermanos y hermanas más necesitados, y la conversión nos hace revisar nuestro compromiso de amor al prójimo.
Aquietar este paso febril...
Dejar por unas horas de angustiarnos
por el pan que no alcanza...
...
Para pensar en Él, en nuestra alma,
y en nuestra salvación (que hay que pensarla).
Y encontrar en nosotros la riqueza
que el mundo con su oferta nos disfraza;
descubrir el gozo y el consuelo
al tope de la Cruz que se levanta;
mojar nuestros ojos con la dicha
de un Dios que con su muerte nos rescata.
Y recobrar, intacta, (para siempre)
la virtud teologal de la Esperanza.
María del Carmen Latorre
Publicado en "La Liturgia Cotidiana" ed. San Pablo
Año XII - Nº126 - Febrero 2010
Publicado en "La Liturgia Cotidiana" ed. San Pablo
Año XII - Nº126 - Febrero 2010
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