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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 21 de febrero de 2010

Viviendo ya este Tiempo de Cuaresma, en el primero de los cuatro domingos que lo componen, la Liturgia nos propone “ejercitar” la voluntad para no caer ante las tentaciones que el “maligno” nos propone. Todos somos permanentemente tentados, Jesús también lo fue, lo importante es no ceder ante ellas.
El diablo –explica el P. Javier– por ser una criatura angélica tiene poder, pero no más que Dios, y tiene armas para conquistar:
  • la primera, la duda y la confusión: cada vez que, ante las cosas de Dios, pensamos “¿será cierto que…?” satanás nos está poniendo ante la duda. En la Lectura de hoy (Lc 4, 1-13) vemos cómo intenta también esto con Jesús: “Si tu eres el Hijo de Dios …”
  • otras de sus armas es tocar el “punto débil” de la persona. Jesús, después de cuarenta días de ayuno en el desierto, lógicamente siente hambre y el diablo lo tienta diciendo “manda a esta piedras que se conviertan en pan”. Y Jesús resiste porque su misión no era hacer milagros para sí.
  • Satanás es mentiroso por excelencia, y permanentemente cedemos antes sus engaños. Hay que estar muy atento como Jesús lo estuvo: “Todos estos reinos me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero”. ¡Mentira! No tiene poder sobre ningún reino, ninguna nación le ha sido entregada. Cuántas veces nosotros nos rendimos también ante la ambición de poder sobre los demás.
  • La idolatría es otra de las armas: “Si tu te postras delante de mi…”. Tantas veces idolatramos falsos dioses, ídolos de carne o de piedras. Jesús tampoco cae ante esta nueva tentación: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”.
  • Por último, el tentador recurre a otro de nuestros puntos débiles: el orgullo, la vanagloria. “…tírate de aquí abajo, porque está escrito: Él dará ordenes a sus ángeles para que ellos te cuiden”. Es cierto, está escrito. La tentación acá está en hacer que Dios haga un favor a su Hijo, haciendo un verdadero “show”, un espectáculo. Y esa no es la misión de Jesús. Él vino ha servir en la humildad, y no ha ser servido. El diablo intenta cambiar un orden establecido de las cosas. Y eso muchas veces lo experimentamos también nosotros: cambiar las cosas en favor nuestro.
Para finalizar, el sacerdote pidió reflexionar sobre estas argucias de satanás. Muchas veces decimos que no tenemos pecados. ¿Nos hemos puesto a pensar realmente las veces que hemos cedido ante estas tentaciones?
En este Tiempo de Cuaresma se nos invita a practicar la limosna para vencer la vanagloria; el ayuno para vencer los apetitos, y para no caer en la idolatría, la oración. Y si aún así nos sentimos tentados, en el Padrenuestro Jesús nos enseña, y debemos repetirlo cada vez que sea necesario: “no nos dejes caer en la tentación”.

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