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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 25 de julio de 2010

Homilía 17º Domingo durante el año

En la homilía correspondiente al 17º Domingo durante el año, el P. Javier tomó como elemento primordial de la oración el modo en cómo nos dirigimos a Dios.
Con confianza y con insistencia sabiendo que Dios siempre escucha nuestra oración, como Abraham cuando intercede por el pueblo de Sodoma. De todos modos Sodoma es destruida porque Dios no encuentra en esa ciudad 10 justos. No fueron capaces de ver la presencia de Dios junto al pueblo. “Esto también nos suele pasar a nosotros. Necesitamos la ayuda, el auxilio del Señor, pero nos cuesta reconocer que Dios está aquí, junto a nosotros”. Luego san Lucas en su Evangelio, en el capítulo 11, dice que Jesús enseña a orar a sus discípulos diciendo «Cuando oren, digan: Padre…».
“En la lengua nativa de Jesús, el arameo, es Abba: «Papito». Lo primero que dice Jesús es: Padre, para que tomemos conciencia que Dios se inclina ante mí para escucharme. Se hace presente para envolverme, para rodearme con su presencia, para consolarme, para sanarme…”.
“Jesús cuando enseña a orar cambia todo. Ya no es un Dios lejano como lo creían los hebreos, un Dios que me va a juzgar o va a juzgar a mi enemigo. Es Padre, y qué padre no escucha a sus hijos. Ese es Dios…”
Luego el P. Javier dice que el resto del Padrenuestro lo dejará para otra catequesis, así todos tenemos la oportunidad de meditar y comprender ahora el verdadero significado de la palabra Padre, porque entendiendo esto, dirigiéndonos a Dios como a papá o a un amigo, todo lo que queramos decirle o pedirle “saldrá” solo.
“No es necesario que tenga que pensar ¿qué le digo a Dios?, o, es más, le digo dos o tres cositas como para zafar, como decía el Cura de Ars. Eso no es oración. Si realmente comprendemos que Dios es mi Padre, es mi Amigo, y que está aquí junto a mí para escucharme, ya no necesito más, mi oración aflora libre, espontánea. También podemos orar haciendo silencio, como dice el mismo Jesús, «el Padre todo lo sabe, hasta tus cabellos están contados».
San Pablo nos enseña que el Espíritu que obra en nosotros nos permite decirle Abba, Padre, porque somos hijos.
Abramos el corazón para que el Espíritu nos permita descubrir esta dimensión de la oración, de estar en presencia de Dios, de ese Dios que se agacha para escucharme, para sostenerme, para consolarme, y para decirme «Eres hijo, no esclavo». Que así sea.”

También en esta celebración se realizó el Bautismo de la niña Sabrina Cardozo.

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