El Evangelio de hoy, Lc 16 1-13, correspondiente al 25º Domingo del Ciclo C ha sido siempre motivo de diversas interpretaciones.
El P. Sergio centró su homilía en la deshonestidad del administrador, protagonista de la parábola de Jesús: “el aceite y el trigo eran del patrón, por lo que estaba haciendo descuento con algo que no era suyo. Es fácil ser generoso con lo ajeno. De esa forma este hombre se estaba acomodando con sus amigos para que cuando quedara sin trabajo tener quienes lo recibieran en sus casas.”
“Esta mala administración que suele suceder con las cosas materiales lo tenemos que pensar también en el campo espiritual. Con respecto a Dios administramos mal el tiempo que le dedicamos, la oración, el grado de participación en la Misa, o cuánto y cómo ayudamos a preparar la capilla y cómo nos preparamos nosotros. También debemos preguntarnos cómo administramos la vida de la Gracia que recibimos en el Bautismo o cómo administramos la Vida de Dios que recibimos por medio de la Comunión.”
“También en el cumplimiento de nuestras responsabilidades en casa y en el trabajo. Solemos a veces no ser buenos administradores. Desde los horarios, la fraternidad con los compañeros, la distribución de las tareas sobrecargando a otros mientras nos hacemos los distraídos, y ni hablar si tenemos que administrar dinero en alguna empresa. El Señor en medio de esas responsabilidades nos invita a ser justos y a dar todas nuestras capacidades.
Pidamos al Señor que nos ayude en el cumplimiento y el cuidado de todas las cosas en la que nos vemos involucrados, las nuestras y las ajenas; y también en aquellas que son de todos: los juegos y plantas en los espacios públicos; los bancos en las escuelas. Todo es nuestra responsabilidad de la que Dios nos va pedir cuenta. Pidámosle entonces esto al Señor y hagamos el firme propósito de cuidar más aquello que es de todos. Que así sea.”
Otras interpretaciones señalan que en épocas de Jesús era común otorgar grandes comisiones a quienes eran capaces de cobrar una deuda. En la parábola, Jesús elogia al administrador porque renuncia a su comisión asegurándose así un lugar entre los clientes de su antiguo patrón para el día que no tuviera ya trabajo.
Mons. Gustavo E. Podestá, en el año 1983 decía: "Era costumbre admitida en Palestina el que los administradores tuvieran alguna ganancia ‘extra', anotando en los recibos –como hoy hacen muchos jefes de compra o de venta en las empresas- más cantidad de lo que de hecho prestaban. Como el interés estaba prohibido por la ley mosaica era una manera de sacar ganancia sobre el capital tanto para el dueño como para el que mediaba el negocio. Lo que hace el administrador en nuestro relato al bajar la suma de lo prestado a cifras más reales es tener, por fin, un acto de honestidad".
Texto completo de la Homilía de Mons. Podestá - www.Catecismo.com.ar
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