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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 7 de noviembre de 2010

Homilía 32º Domingo durante el año

En el Evangelio de hoy (Lc 20, 27-38) Jesús responde a los saduceos cómo es el Cielo, del cual, incluso en nuestros días, tenemos una imagen equivocada. “Nuestra razón limitada, dijo el Padre Javier en su homilía, no nos permite comprender el estado de seres espirituales en presencia de Dios”.
“Al Cielo no hay que entenderlo con una mirada materialista. Ya nada de lo que tenemos y poseemos en esta vida nos atará cuando llegamos al Cielo. En esta vida tenemos que alimentarnos, vestirnos, casarnos y tener hijos para preservar la especie humana. Estamos sujetos al tiempo. Y en ese tiempo estamos sujetos a las necesidades del tiempo. En el Cielo esa realidad no pasa. No es una continuidad de esta vida como creían los saduceos en época de Jesús. Tampoco es como la imagen de la nubecita, la aureola y el arpa. Sería muy aburrido pasar una eternidad en una nube con nuestras alitas y el arpa sin hacer otra cosa.”
Más adelante se pregunta: “Entonces, ¿qué vamos hacer en el Cielo? Simplemente estar en presencia de Dios. Sumidos en Dios. Atrapados en la maravilla de Dios, y a medida que nos vayamos sumergiendo en Él, más querremos conocerlo, alabarlo, glorificarlo y contemplarlo. Y es en esa contemplación de Dios que veremos, o mejore dicho, estaremos en presencia de nuestros seres queridos. Percibiremos el amor que nos hemos profesado, y eso se llama Comunión de los Santos*. Todo lo demás ya no existirá. No existe el tiempo por eso no existe tampoco la posibilidad de aburrimiento.”
“Pidamos al Señor que esta Palabra de vida, de esperanza nos ayude a meternos en ese misterio de la Vida Eterna. No con miedo, tampoco con burla, sino como lo que es: una realidad en Dios. Que así sea.”

* La Comunión de los Santos es la comunicación entre todos los miembros de la Iglesia, la unidad entre todas las almas en las que mora el Espíritu Santo que es uno solo, tanto las de aquellos que estamos aquí en la tierra que formamos la Iglesia “militante” como las de los que están en el cielo que se llama la Iglesia “triunfante” y las que están en el purgatorio que es la Iglesia “purgante”.

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