
Que este tiempo de espera reavive las esperanzas en un nuevo año bendecido por Jesús, Señor de la Historia, que viene al encuentro de su pueblo en la ternura de un niño, y como todo niño siempre genera expectativas, trae nuevas fuerzas y nos moviliza a realizar cosas que no nos habíamos siquiera propuesto.
Con más razón, entonces, la espera de la venida del Niño Jesús nos debe empujar a levantarnos y empezar de nuevo. El Adviento, propuesto por la Iglesia en este tiempo, es como esas vacaciones que siempre necesitamos y cuando nos decidimos a tomarlas nos llenan el alma del combustible necesario para afrontar un nuevo año de trabajo. Ojala que así sea...
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