El mismo Jesús que días atrás contemplábamos como el Recién Nacido, ahora, treinta años después, se vuelve a manifestar, pero en este caso es el mismo Dios Padre quien lo presenta al mundo como Hijo amado, en quien tiene puesta toda su predilección.
“Este nuevo Bautismo es de purificación por afuera y de renovación desde adentro, y lo hace Él para darnos el ejemplo. También nosotros tenemos que bautizarnos para que se cumpla lo que dice el Texto: «Eres mi hijo predilecto»”.
Más adelante el P. Javier remarcó: “No basta con escuchar la Palabra, y decir que linda Palabra, no basta con decir que bien habló el cura en la homilía… no basta. Eso no es creer, eso no es tener fe. Tener fe es escuchar la Palabra y ponerla en práctica… como lo hizo Jesús. Jesús cuando fue bautizado comenzó hablar con autoridad y tenía una intimidad profunda con el Padre. Nosotros que estamos bautizados también estamos llamados a eso, esa es la nueva realidad para nosotros: Somos hijos del Dios. En nuestro bautismo el Padre también nos dijo «Eres mi hijo predilecto», y puso la vocación en nosotros, un llamado a la santidad”.
Para finalizar hizo un llamado a la reflexión: “Después de ese bautismo que recibí hace un tiempo atrás ¿cómo vivo esa condición de cristiano? ¿Me doy cuenta que soy hijo de Dios? ¿Qué soy hijo gracias a Jesús? ¿Cómo vivo ese compromiso? ¿Únicamente los domingos en la misa, o todos los días de la semana? Nos pide una respuesta: la fe… ¿qué respuesta lo doy yo hoy a Jesús?”.
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