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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 30 de enero de 2011

Homilía del Domingo 30 de Enero de 2011

En este Cuarto Domingo durante el año la Iglesia nos propone meditar el Evangelio de Mt 4, 25 – 5, 12, fragmento del Sermón de la montaña, conocido como de las “Bienaventuranzas”.
El P. Javier, en su homilía, comienza parafraseando a Sto. Tomás de Aquino: la felicidad es “el reposo del alma ante un bien alcanzado”, pero, agregó, “muchas veces nosotros ponemos nuestra alma, y hasta nuestra vida, en los bienes materiales, y nos pasamos toda nuestra vida trabajando y nos perdemos la vida de los hijos, por ejemplo.” E inmediatamente se preguntó: “Entonces, ¿la felicidad donde está?”
Más adelante hizo referencia a esa felicidad religiosa mal entendida. “Cuando todo va bien en la vida estamos felices con Dios, pero cuando empiezan las pruebas aparece la rebeldía, el enojo con Dios, me aparto de Dios.”
“¿Cómo se entiende entonces este mensaje de Jesús: Felices los que son pobre, felices los que estén triste; felices los que son perseguidos; felices los que son insultados…? Tal vez no entendemos estas bienaventuranzas porque tenemos el corazón puesto en lo material, o tenemos el corazón lleno de soberbia. Para entender hay que ser humilde y tener bien en claro por donde pasa la felicidad, y para eso basta con cumplir la primera de ellas: «Felices los que tienen alma de pobres», porque las otras siete se desprenden de ésta.
Tener alma de pobre no hace referencia a la carencia de bienes materiales sino a tener un corazón desprendido que confía plenamente en Dios, que se abandona en Dios, que vive el día a día sabiendo que cada cosa que uno tiene y que le sucede nada escapa a Dios. Al que vive esto, dice Jesús, le pertenece el Reino de los Cielos.
Jesús vivió todo esto: Él fue pobre, fue paciente, tuvo hambre y sed de justicia, fue perseguido. Por eso, el que vive de este modo se configura en otro Cristo.
Vivir conforme a la Bienaventuranzas no es fácil, por eso en las Lecturas escuchamos que es un pueblo de pocos, que no son muchos los que pueden seguirlas. Pero no hay que desesperarse, hay que ser pacientes y no corre detrás de la efímera felicidad del mundo. Existe otra Felicidad que es para siempre y se puede alcanzar. Hay que luchar por el Reino teniendo un corazón que confía en Dios.
Nuestra felicidad comienza en el corazón. San Agustín lo dice claramente: “Me diste, Señor, un corazón inquieto que sólo descansará en Ti”. Eso es la felicidad: El Descanso en el Señor.
El Señor, entonces, nos presenta para la vida este camino de las Bienaventuranzas, único camino para que nuestro corazón alcance la verdadera Felicidad, depende de nosotros que lo tomemos o no.”

1 comentario:

Rosita Medina dijo...

La misión que están cumpliendo usando los medios digitales para divulgar la palabra de Dios y servir a sus hermanos y hermanas, asi como la devoción a la Virgen de la Medalla Milagrosa, es un apostolado muy valiosos y estoy segura que les será devuelto el doble. Mis sinceras felicitaciones por el blog y los insto a seguir adelante!
Tengan Uds. un buen día con la bendición de nuestra Madre María.