“La Ley del Evangelio es una ley que libera, que nos muestra todo lo bueno que podemos realizar. Es una ley que nos da un camino seguro de felicidad y alegría en el cumplimiento de los Mandamientos, obediencia a la Palabra de Dios.” Comenzó diciendo el P. Sergio en su homilía correspondiente al Domingo 9º Durante el Año, último de la primera parte de este Tiempo Litúrgico, ya que el próximo miércoles comienza la Cuaresma.
“En los mandamientos, a primera vista, pareciera que fuera todo negativo, no es así. Es amor a la vida (No matar); amor a la palabra dada (No levantar falso testimonio); amor al verdadero matrimonio, a la verdadera familia encausando lo que es la sexualidad (No cometer actos impuros); amor a la propiedad, a lo que uno va consiguiendo fruto del trabajo (No robar), presentados de una manera negativa pero sin embargo es toda una amplitud de su Amor; de su Misericordia, para que nosotros vivamos según su voluntad que es el verdadero camino de alegría y felicidad en nuestra vida.”
Más adelante, tomando las palabras de Jesús del Evangelio de hoy (Mt 7, 21-27), compara la construcción de la vida espiritual con la de una casa: “El cristiano sensato, inteligente, va a construir su casa sobre «roca», dice Jesús refiriéndose a la vida espiritual. ¿Ponemos en la construcción de nuestra espiritualidad el mismo empeño que cuando construimos nuestra casa? A mi fe, ¿qué fundamentos le di? Son fundamentos rezar todos los días; ir a Misa cada domingo y escuchar la Palabra; leer el catecismo; ante la solicitud de un consejo tratar de buscar la respuesta de acuerdo a lo que enseña el catecismo dando razones para explicar la fe; y por sobre todo, obrar conforme a esas enseñanzas, allí es donde se ve la solidez de la construcción espiritual.”
“Pero la vida espiritual no es individual, es una dimensión comunitaria entre los cristianos que construimos la Iglesia, así como en la casa hay diversos materiales, la Iglesia está construida por diversas personas que con sus particularidades debemos ayudarnos y apuntalarnos mutuamente.”
Finalizó pidiendo al Señor que “todo lo que usamos en la vida cotidiana para las cosas materiales las tengamos en cuenta para nuestra vida espiritual, poniendo el mismo o más empeño para rezar, para asistir a Misa, para educar un hijo, llevar adelante el matrimonio”.
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