Titulo

¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 1 de mayo de 2011

Homilía del Domingo 01 de Mayo de 2011

“Hoy estamos celebrando la Fiesta de la Divina Misericordia, devoción instituida por Juan Pablo II”, comenzó diciendo en su homilía el P. Sergio.
“Un verdadero regalo Pascual, precisamente su Pasión, Muerte y Resurrección es el triunfo de la Misericordia de Dios por cada uno de nosotros.
Dios no simplemente busca darnos su perdón, que nosotros nos arrepintamos de nuestros pecados, cambiemos de vida; su amor no busca un triunfo, sino que nos acompaña, nos alienta, nos contiene en ese proceso que va a durar toda nuestra vida.”
“Nos acompaña con su Misericordia para que perseveremos en ser cada vez mejores cristianos. Aún cuando no lo percibamos con nuestro corazón, Él sigue a nuestro lado regalándonos su Gracia.”
Refiriéndose al día de los trabajadores, dijo: “La oración y de la escucha de Su Palabra nos tiene que hacer mejores trabajadores, más honestos, más solidarios con quienes compartimos todos los días. Por eso pidamos al Señor en este día de los trabajadores que nos acompañe y aliente en la tarea cotidiana, aquellos que son remunerados pero también en todos aquellos por los que no recibimos recompensa, aquellos que son fruto del amor, y que a veces son los que más nos cuesta. Que el Señor, por su infinita Misericordia, nos ayude a ser más solidarios, a perseverar en el bien, en lo más típicamente cristiano: nuestro testimonio, nuestro ejemplo. Testimonio y ejemplo que Juan Pablo II nos ha dejado a lo largo de toda su vida siendo un Papa muy abierto a las nuevas realidades sociales, que llevó su mensaje a todas las latitudes, hasta a los lugares donde no lo dejaban entrar. Perseveró hasta que pudo visitar países en lo que estaba totalmente prohibida la fe cristiana. Que nos enseñe también a nosotros a ser perseverantes en aquellos límites en los que a veces nos parece que no podemos llegar como puede ser dialogar con alguien que no nos escucha; perseverar en la misericordia y tratar de reconciliarnos en ambientes laborales o familiares en lo que no colaboramos, o tal vez los demás nos hacen un poco la vida imposible, continuar nosotros llevando el anuncio del Evangelio con actitudes cristianas. Actitudes que nos cuestan como son hacer una oración comunitaria, hablar de Dios en los ambientes que frecuentamos, participar de una misión, de las actividades de la capilla o la comunidad eclesial, etc. Animarse a superar esos obstáculos que creemos tener: la vergüenza; la falta de tiempo, no son obstáculos, sino simplemente nuestra dejadez, nuestro abandono de la fe, no amar realmente de corazón a Dios y poder vencer esas limitaciones para compartir con el prójimo esta fe que decimos profesar.”
“Jesús en el Evangelio de hoy (Jn 20, 19-31) nos enseña algo maravilloso. Pocos días antes había sido abandonado por sus discípulos, sólo Juan estaba junto a la Cruz, sin embargo Él después de resucitar sale a buscar a los que lo habían negado, los que habían renegado de Él, los que desilusionados se retiraban a su pueblo como los discípulos de Emaús. Quién de nosotros, si nos sentimos abandonados o traicionados somos capaces de dar el primer paso e ir al encuentro de quienes se decían nuestros amigos. Se nos hace muy difícil. Como Jesús, cuando nos engañan, nos traicionan, también nos sentimos morir, el corazón se nos desgarra, todo el amor y la confianza depositada pareciera que se desmorona en un instante, sin embrago Jesús va al encuentro y los saluda deseándoles la paz. Incluso a Tomás, que no creyó lo que sus amigos le contaban y hasta, podemos decir, se burló de ellos, los desafió, Jesús lo busca, le muestra sus llagas y lo perdona.”
Finaliza su homilía pidiendo a Dios nos siga fortaleciendo, dando la Gracia de poder creer “sin haber visto”, de saber del triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte y a ser partícipes de la paz que el Señor viene a traer al mundo con su Resurrección.

No hay comentarios.: