
Dicho esto, procuró hacer reflexionar a la asamblea respecto del milagro que Jesús hiciera dándole de comer a cinco mil personas con cinco panes y dos pescados. Fundamentalmente remarcó la necesidad de ir más allá del milagro en sí, en tratar de comprender lo que es capáz de hacer Dios cuando compartimos lo mucho o poco que tenemos con nuestros hermanos.
"Juan resalta otro hecho importante: Jesús hizo sentar a la gente, tomó los panes, dió Gracias, los partió y los dió. Esto es lo que luego haría con sus discípulos en la Última Cena instituyendo la Eucaristía. Pero para hacer ésto, Jesús necesitó de la generosidad de alguien, que diera de lo único que tenía: cinco panes y dos pescados, y después Él se encargó de alimentar a todo el pueblo." Aquí el Padre se preguntó: "Si con cinco panes Jesús pudo alimentar a cinco mil hombres ¿a cuántos podría asistir si cada uno de nosotros aportara algo de lo que poseemos?. Demos con generosidad y Dios se encargará de distribuirlo como mejor convenga."
Para finalizar remarcó con énfasis "Lo que se comparte, siempre sobra". Y haciéndose eco de la preocupación de uno de los fieles respecto de la necesidad de mucha gente del barrio, propuso que "cada segundo domingo de mes llenemos una canasta con alimentos para luego ser distribuidos entre los más necesitados del barrio, porque -volvió a insistir- lo que se comparte, siempre sobra. Que así sea."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario