Héctor Valdivielso Sáez nació el 31 de octubre de 1910, en el barrio porteño de Boedo, sobre la calle Castro (hoy Treinta y Tres Orientales), en pleno corazón de Buenos Aires, en el seno de un hogar de inmigrantes españoles. Sus padres, Benigno Valdivielso Angulo y Aurora Sáez Ibáñez habían llegado a la Argentina procedentes de la provincia de Burgos, Castilla, con la idea de progresar económicamente.
En octubre de 1934, a punto de cumplir 24 años, Valdivielso y otros seis hermanos lasallanos sufrieron persecuciones religiosas en la revuelta de Asturias, que precedió a la Guerra Civil española.
El 5 de octubre de1934 fueron apresados, cuatro días después los hermanos fueron obligados a caminar de dos en dos rumbo al cementerio. Al llegar, vieron ocho siniestras fosas que los comunistas habían abierto la noche anterior. Colocados junto a ellas, aguardaron unos instantes a que el enterrador llegase con las llaves, y a la orden de su jefe los verdugos apuntaron e hicieron fuego.
Uno a uno fueron cayendo, el padre pasionista Inocencio de la Concepción y los hermanos lasallanos Aniceto Adolfo, Augusto Andrés, Victoriano Pío, Julián Alfredo, Marciano José, Cirilo Beltrán, Benjamín Julián y Benito de Jesús (San Héctor Valdivielso), todos ellos beatificados por su S.S. Juan Pablo II el 29 de abril de 1990 y canonizados el 21 de noviembre de 1999 en una gran ceremonia que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro, convirtiéndose, San Héctor, en el primer Santo argentino.
Para la canonización hizo falta comprobar un milagro atribuido a la intercesión de los mártires, que se produjo el mismo día de la beatificación, el 29 de abril de 1990.
El milagro
Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24 años de edad, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta Calderón, de Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas le daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, ex alumno de La Salle, siguiendo el consejo del director del colegio donde había estudiado, rezó dos novenas pidiendo a los mártires que intercedan. Con los rezos de su esposo, un ex alumno del Colegio La Salle, la mujer se curó completamente y la ciencia no pudo explicar los motivos.
Fotos: Retrato de San Héctor y Pila donde fuera bautizado en la Iglesia San Nicolás de Bari (Bs. As.)
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