Al finalizar la Santa Misa, el sacerdote procedió a dar a todos los presentes la bendición de gargantas, invocando la protección de San Blas, conmemorado el pasado 3 de febrero. Esto se hizo así para que todas las personas que no pudieron asistir ese día al Templo Parroquial, contaran también con esta tradicional bendición.
En su homilía, el P. Javier, instó a no tener miedo a desarrollar nuestra vocación. Trabajar en pos de aquello para lo que hemos sido llamados. “Cuando hablamos de vocación, dijo, no nos referimos solamente al llamado a la vida religiosa o sacerdotal. Si en lo que hacemos sentimos gozo, placer, lo hacemos mejor, nos hace más buenos, a eso lo llamamos vocación”.
En los tres textos leídos hoy, los protagonistas se reconocen pecadores: soy hombre de labios impuros, diría Isaías; soy producto de un aborto, dice Pablo que perseguía a los cristianos, y Pedro, postrándose ante Jesús dice “soy pecador”. Pero el Señor, de todos modos, les encomienda una misión, descubre cada uno su vocación: servir al Señor. “Todo por la Gracia de Dios. El Señor nos elige, no por nuestras condiciones humanas, sino por nuestro corazón, y espera una respuesta generosa y confiada”.
“No tengamos miedo si sentimos este llamado de Dios. No miremos nuestras limitaciones. Dios cubre todo eso. Las palabras “no teman” y “síganme” son algunas de las palabras que más veces repite Jesús en los Evangelios. Sintámonos invitados a seguirlo y no tengamos miedo”, finalizó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario