El Evangelio correspondiente al 16º Domingo durante el año (Lc 10, 36-42) refiere a la ocasión en que Jesús visita a María y Marta, hermanas de Lázaro.
“Es una invitación –dice el P. Javier en su homilía – a recibir la Palabra.”
En las tres Lecturas se encuentra presente la Palabra de Dios. En la Primera (Gn 18, 1-10) Abraham “divisó tres hombres que estaban parados cerca de él”, imagen de la Trinidad, de los que recibe, por medio de la Palabra, la promesa del hijo.
En la Segunda (Col 1, 24-28) San Pablo se dirige a “toda la Iglesia, es decir, a nosotros, diciendo que ha sido encargado de llevar a su plenitud la Palabra de Dios”.
“En el Evangelio, es el mismo Jesús que se hace presente en la casa de unos hermanos, y como suele pasar en nuestros propios hogares cuando recibimos una visita inesperada la dueña de casa se desespera por arreglar todo, acomodar la casa, preparar algo que servir al recién llegado. Ese papel lo ocupa Marta. María en cambio adopta otra actitud, se queda con Jesús.
Las palabras de Jesús: “María eligió la mejor parte”, fueron mal interpretadas por la Iglesia durante mucho tiempo. Se pensó que la actitud contemplativa, escuchando y meditando Su Palabra era mucho mejor que la vida activa, es decir, el trabajo, el esfuerzo. A tal punto se interpretó mal que se consideró a los religiosos, a los sacerdotes muchos más perfectos que las personas que trabajan. Eso es un error. En realidad, los dos aspectos que nos presenta el Evangelio, la contemplación, el trabajo y la oración tienen que ir juntos. Marta y María se hacen una sola persona en nosotros. Ante la presencia de Jesús podemos tener una de estas dos actitudes: quedarnos orando, contemplando la presencia de Jesús, o, aunque estemos en Misa, por pensar (pre-ocuparnos) en otras cosas, nos quedamos allá afuera y nos olvidamos de Jesús.
En realidad las dos cosas van juntas. No puedo realizar mi trabajo si no va acompañado de la oración. Se dice a veces que no hay tiempo para rezar. Siempre puedo encontrar diez minutos al día para rezar, y si no lo hacemos se cae en un pecado muy actual llamado “activismo”, que es olvidarme de Dios (incumplimiento en parte del primer Mandamiento) por el trabajo cayéndose en la
desoración. La
desoración es volverse totalmente seco, no sentir nada por no estar Jesús. Por tanto trabajar y no parar un ratito a rezar me vacío. Se de muchos de ustedes que, aun estando la Iglesia cerrada, se paran en la puerta y oran sabiendo que Jesús está ahí en el Sagrario, eso es contemplación. Eso es importantísimo, no hay que perderlo… y los aliento a que lo hagan.
Les aseguro que el trabajo que tienen que realizar, si va acompañado de la oración lo van a realizar mejor todavía y les va a rendir más porque está acompañado de Jesús.
Entonces, se trata de prioridades. Primero me ocupo de Jesús que es el que está pasando en este momento y después me ocuparé de las otras cosas. Saber equilibrar el tiempo y las actividades también es un camino para ser más santos, perfectos como nos quiere el Padre.
Que el ejemplo de María, y también el testimonio de Marta, nos ayuden a poner en práctica lo que la Palabra hoy nos ha iluminado. Que así sea.”