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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 13 de marzo de 2011

Homilía del Domingo 13 de Marzo de 2011

El P. Lionel López, en su primera Misa en nuestra Capilla, se dirigió a los fieles remarcando la importancia de escuchar la Palabra de Dios e interpretarla correctamente.
“En el Evangelio de hoy escuchamos cómo Jesús fue tentado por el demonio tres veces, con cosas que nosotros muchas veces también somos tentados.
Primero fue tentado para que convierta en pan las piedras del desierto. Es el signo de querer hacer de lo material un dios. Jesús le responde «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Después Jesús fue tentado para tirarse de lo alto del templo porque se sabía que los ángeles de Dios saldrían a cuidarlo. Esta es la tentación que tenemos de hacer que Dios haga todo según nuestra conveniencia. Hacer decir a Dios lo que yo quiero escuchar. Jesús responde: «No tientes al Señor, tu Dios». Y la tercera tentación es cuando le muestra todos los pueblos del mundo y le dice que si se adora al demonio va a tener poder sobre todos los reinos. Esta tentación es la de ambición de poder. No pensemos sólo en aquellos que pueden tener acceso al poder, los políticos por ejemplo, sino en nosotros mismos cuando hemos sido designados para desempeñar una tarea en el trabajo, en el hogar, en la parroquia o aquí mismo en la capilla, y por eso nos creemos con más derechos o que somos superiores a los demás.”
Más adelante aclaró que “la tentación no es pecado, el pecado se origina cuando cedemos a la tentación. Si somos capaces de vencer la tentación no pecamos. Y Jesús nos da la prueba. Él venció las tentaciones, y no las venció por ser Dios. Sabemos que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, y vivió todo, absolutamente todo, igual que nosotros menos el pecado. Él, humanamente, fue fiel, y respondió al demonio siempre con la Palabra de Dios. Esa es la prueba: la Palabra de Dios nos da la fuerza necesaria para vencer las tentaciones”.
“Dios nos da en todo la libertad. Permite la tentación y nosotros tenemos la libertad de rechazarla o ceder. Es nuestra opción, nosotros somos los únicos responsables del pecado. Pero Dios nos ama tanto que si en nuestra debilidad cedemos a la tentación Él nos regala el Sacramento de la Confesión para poder arrepentirnos y seguir adelante en el camino de la Salvación”.
Para finalizar reflexionó sobre la compasión de Dios para con el hombre. Su único Hijo sufrió todo y más que lo que pueda soportar cualquier ser humano, hasta morir desangrado en la cruz, para poder comprender lo que cada uno de nosotros sufrimos o padecemos en este mundo. “Cualquier amigo o familiar puede acercarse con una palabra de aliento o una ayuda económica ante una situación difícil por la que estemos atravesando, pero nadie podrá ponerse en nuestro lugar y comprender lo que estamos viviendo. Jesús es el único que puede entender y compadecerse de nosotros porque Él mismo lo padeció”.
“Pidamos al Señor la Gracia de poder reconocerlo siempre y que nos de la fortaleza ante la tentación, y la humildad para saber que si pecamos tenemos que recurrir a su Amor Misericordioso que se expresa por medio de la confesión, y que el cristiano no es el que no se equivoca o no comete pecados, sino que el cristiano es el que en su debilidad se da cuenta que necesita de Dios. Amén”.

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