"...es una mujer, una samaritana sin ninguna importancia social, despreciada y marginada. De ella no sabemos el nombre; no busca a Jesús directamente, pero es una mujer con sed de vida, dispuesta a tener un agua que no sea el agua detenida del pozo. Desde el comienzo de la conversación, Jesús usa la palabra agua en dos sentidos: en el sentido normal, del agua que calma la sed, y en sentido simbólico, del agua como fuente de vida y como don del Espíritu Santo, prometido en el Antiguo Testamento. Ella se siente atraída por la propuesta de Jesús, creyendo, aceptando y reconociendo en él al Mesías."(C. Mesters - M. Lopes, Travesía: Evangelio de Juan, Centro Bíblico Ecuménico)
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