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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 10 de abril de 2011

5º Domingo de Cauresma

En este último domingo de Cuaresma, el Evangelio nos pone de cara a un misterio que no pocas veces nos genera dudas: la resurrección.
"Yo soy la resurrección y la vida" asegura el Señor, y lo demuestra con la resurreción de su amigo Lázaro, pero no por su propia gloria, sino, como Él mismo lo manifiesta,  "...es para gloria de Dios" y "servirá para que crean", y así mismo son muchos los planteos al respecto.

El Santo Padre, hoy, durante su mensaje dominical por la bendición con el Angelus, ante varios miles de personas en la Plaza de San Pedro del Vaticano, evocó este pasaje bíblico.

"¡Esta es la verdadera novedad que irrumpe y supera toda barrera! Cristo abate el muro de la muerte, en Él habita toda la plenitud de Dios, que es vida, vida eterna".

"También entre los cristianos –agregó- la fe en la resurrección y en la vida eterna se acompaña no raramente de tantas dudas, de tanta confusión, porque se trata finalmente de una realidad que sobrepasa los límites de nuestra razón y exige un acto de fe".

Según el obispo de Roma la muerte no tuvo poder sobre Jesucristo porque Él, al ser Dios, tiene un dominio sobre la muerte física, lo cual quedó demostrado con la resurrección de Lázaro.

Aclaró que existe otra muerte, que a Cristo le costó la lucha más dura, con el precio de la cruz: es la muerte espiritual, el pecado, que amenaza con arruinar la existencia de todo ser humano".

"Para vencer esta muerte Cristo murió, y su resurrección no es un regreso a la vida precedente, sino la apertura de una nueva realidad, una nueva tierra, finalmente unida con el cielo de Dios", sostuvo. (http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=166504)

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