Sin embargo al ir entrando en el maravilloso mundo de la catequesis, las preocupaciones van cambiando. Se comprende que lo más importante es transmitir con amor el mensaje de Jesús y compartir con los demás la experiencia del encuentro con Cristo.
El catequista se reconoce en búsqueda, en camino; no se cree ni dueño de la verdad ni el "maestro" que llega para esclarecer a los demás sino un instrumento que el mismo Jesús, presente en la comunidad, envía, sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades. Es parte de la gran marcha de creyentes que han recorrido y aún recorren la historia. Marcha que fue iniciada por el pueblo de Israel y ha continuado en la Iglesia y, a través de ella, ha llegado hasta nosotros. (*)
Vaya nuestro reconocimiento y agradecimiento a todos los Catequistas en su Día.
¡Felicidades!
(*) Fuente: Ediciones San Pablo
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