
Dos partes tiene la Semana Santa: la primera, desde el Domingo de Ramos hasta el Jueves Santo; la segunda, el Triduo Sagrado: Viernes, Sábado y la Vigilia Pascual.
Estas solemnidades son el centro del año litúrgico y la fuente de nuestra vida espiritual. No son "recuerdos históricos", sino realidades vivas: el "paso" (pascua) de Dios en medio de su pueblo, el "paso" de Cristo de la muerte a la Vida, para no morir jamás.
La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados.
Lo importante de este tiempo no es el de recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

Domingo de Ramos
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como Rey con cantos y palmas. Este día llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que la bendigan y participamos en la Santa Misa.
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