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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

martes, 15 de septiembre de 2009

Nuestra Señora de los Dolores

La Iglesia Católica ha venerado siempre con singular cariño los siguientes siete dolores de la Virgen:

Primer Dolor: El nacimiento de Jesús en un pobre portal. La Virgen tuvo que ver nacer a su hijo en un pesebre, en una canoa de echar de comer a los animales, en una cueva barrida por el viento, en el mísero portal que nuestros pecados le prepararon al Redentor.

Segundo Dolor: La presentación en el templo. El profeta Simeón lo tomó en sus manos y dijo: "Este niño será causa de división: de salvación para unos y de perdición para otros, y por causa de él, una espada de dolor atravesará tu corazón, María". (San Lucas 2, 34)

Tercer Dolor: La Huida a Egipto. Un ángel anunció a José que debían huir antes de que llegaran los asesinos y así de noche, huyeron a Egipto. (S. Mateo 2, 13)

Cuarto Dolor: La Pérdida de Jesús en el templo. Qué noche de terrible angustia. ¡Cuántos pensamientos habrán pasado por su mente angustiada! ¿Lo habrán secuestrado? (¡Tantos niños eran secuestrados para venderlos como esclavos luego!). ¿Le habrá sucedido una desgracia?

Quinto Dolor:
Se encuentra con Jesús en la calle de la amargura. Pide a San Juan Apóstol que la conduzca hacia una de las calles por donde va a pasar el cortejo hacia el Calvario. Y allí espera a Jesús y pronto lo ve llegar. ¡Pero ya no es el imponente profeta que predicaba en las montañas! La S. Biblia dice que "Ya no parecía un hombre. Uno retiraba la vista del horror al verlo. Tan desfigurado estaba". (Isaías 53)

Sexto Dolor: Jesús muere en la cruz. Ver morir a un hijo es terrible. Pero ver morir al más bueno y amable de todos los hijos, y de una muerte tan cruel, tan injusta, tan inhumana como la que le dieron a Jesús, es el más grande tormento que un corazón de mujer haya soportado sobre la tierra.

Séptimo Dolor: Jesús bajado de la cruz y colocado en brazos de su Santísima Madre. La Virgen no tuvo con qué comprarle una sepultura, ni siquiera una mortaja. Tuvieron que prestarle de limosna un sepulcro, y regalarle unas sábanas para envolverlo. La sepultura de Jesús fue una de las más pobres que se han presenciado en la humanidad. Solamente siete personas. Tres hombres y cuatro mujeres.

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, que por amor has asumidos todos los dolores que sea capaz de soportar un ser humano, anímanos cada vez que, por causa de las dificultades, pareciera que el mundo se nos hunde bajo nuestros pies.

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