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¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

domingo, 29 de agosto de 2010

Homilía 22º Domingo durante el año

“Humildad es andar en verdad, es descubrir la verdad y vivirla de esa manera”, comenzó diciendo el P. Sergio hoy en su homilía, conforme a las Lecturas del día (Eclo 3, 17-29; Heb 12, 18-24 y Lc 14, 7-14) que invitan a que “cuando más grandes seas, más humilde debes ser.”
“Ser humilde –continuó– es ser consciente de lo que uno puede y de lo que no puede. Entonces, cuando uno puede realizar algo lo hace de corazón, cuando se da cuenta de que no puede pide ayuda, pide un consejo. Pero esto no significa dejarnos pasar por encima, o no hacer nada. Eso no es ser humilde. Ser humilde es reconocer la verdad, reconocer las limitaciones, reconocer lo que corresponde: progresar, crecer, defenderse según las normas y leyes, y de esa forma uno vive la humildad como cristiano, como católico y como ciudadano.
Si comparamos con lo contrario de lo que es la humildad podemos comprenderlo mejor todavía. Porque, qué pasa cuando uno no es humilde: miente, engaña, aparenta ser otra persona… eso es soberbia… orgullo.
El soberbio no puede por un instante quedar en un segundo plano. No tolera no decir la última palabra, trata de ganar siempre, por eso maneja las situaciones de tal forma con orgullo y soberbia para que se termine haciendo lo que él quiere.
Observemos que en muchas oportunidades, en todos los órdenes de la vida, muchas veces tratamos de eludir nuestras responsabilidades y obligaciones, desde saltearnos a los que están en la cola del banco porque el cajero es amigo, o engancharnos entre tres o cuatro para pagar menos el cable, o especular con los impuestos… y si podemos zafar, mejor. Por eso el Evangelio de hoy nos pide que no tratemos de conseguir todo a cualquier precio, o figurar en el primer lugar.
En la segunda parte del Evangelio, Jesús se dirige al que lo había invitado diciéndole que cuando quiera organizar una fiesta no invite solamente a los que sabe que lo van a recompensar. Acá en la comunidad se organizan muchas cosas para aquellos que saben que no van a devolver algo parecido: un chocolate para el día del niño o la copa de leche, por ejemplo, y nadie está pidiendo que después lo inviten, o hace el chocolate para uno pocos, sino que para todos aquellos que quieran y puedan venir.
Cuando organicemos algo, ya sea en un club, una comisión, o acá en la Capilla misma, que no sea para figurar, para ser primero, para salir en la foto o para quedar bien con el intendente, el concejal… sino que sea un verdadero servicio desinteresado el cual nos hace estar primeros a los ojos de Dios.
Vamos a pedirle al Señor que cuando estemos progresando o si estamos brindando un servicio a la comunidad que realmente nos preguntemos si lo estamos haciendo con justicia, con verdadera humildad como hijos de Dios. Vivir así es también la manera de ser agradecidos a Dios que nos da la vida, ser agradecidos de darnos cuenta de la importancia de progresar. Pidamos al Señor que nos anime y fortalezca en ese tipo de tareas. Ave María Purísima, sin pecado concebida.”

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