El próximo sábado 2 de octubre desde las 20.30 horas, frente a la Parroquia Nuestra Señora de La Paz se realizará el primer recital de Música Cristiana bajo el lema “Todos sean Uno”.
El recital contará con la participación de las bandas Kairos, Adonai, Baruj Hashem, Kerigma y Mariano Salvatelli de la ciudad de Santa Fe y será abierto a todo público, con entrada libre y gratuita.
Previamente al recital, en horas de la tarde, estas bandas estarán brindando el taller “La música, lenguaje evangelizador” destinado a quienes evangelizan o se sientan llamados a servir a través de la música.
El encuentro se desarrollará en el Circulo Católico de Obreros a partir de las 15.00. Los interesados deben llevar Biblia, un cuaderno y un instrumento musical.
Invita: Grupo de jóvenes Juan Pablo II, Parroquia Ntra. Sra. de La Paz
Titulo
domingo, 26 de septiembre de 2010
Homilía 26º Domingo durante el año
En el Evangelio correspondiente a este Domingo 26º (Lc 16, 19-31) Jesús insiste sobre el tema de la riqueza.
La parábola empleada en esta ocasión refiere a un hombre rico (sin nombre) y a un pobre llamado Lázaro, los que al morir cambian sus respectivas situaciones: Lázaro que había sufrido en vida goza ahora junto a Abraham, mientras que el rico sufre terribles tormentos después de haber despilfarrado su vida en fiestas con abundante comida y bebida. “Nada es permanente. Tanto riqueza como pobreza es algo pasajero. Eso es lo que Jesús nos quiere enseñar”, señala el P. Javier en la homilía.
El sacerdote marca en su alocución la existencia de dos realidades en esta parábola. Por un lado la riqueza y la pobreza material, lo que no implica que sean malas en si mismas. Jesús no juzga el bienestar, sino el disfrute a la vista de los que menos tienen sin compartir nada.
“Tenemos que ser prudentes en el estilo que nos toque vivir, ya sea rico o ya sea pobre, para alcanzar tesoros en el cielo.”
También, dijo, esta parábola es aplicable a la vida espiritual. Los ricos somos los cristianos que tenemos a Jesús; los Sacramentos, en especial la Eucaristía; la Palabra; estamos bautizados, pero también están quienes no tienen esa riqueza, entonces son pobres.
Nuestra obligación es compartir, así como las riquezas materiales, también la Palabra con quienes no la conocen. Enseñar la importancia de los sacramentos. De nada vale que nos llenemos de la Palabra de Dios y la guardemos egoístamente sólo para nosotros.
Finalizó diciendo que estas son dos realidades que todavía nos cuestan vivir. Todos tenemos algo para compartir siempre. “Nadie es tan rico que no necesite la ayude de otros, y nadie es tan pobre que no tenga algo para compartir con los demás”.
La parábola empleada en esta ocasión refiere a un hombre rico (sin nombre) y a un pobre llamado Lázaro, los que al morir cambian sus respectivas situaciones: Lázaro que había sufrido en vida goza ahora junto a Abraham, mientras que el rico sufre terribles tormentos después de haber despilfarrado su vida en fiestas con abundante comida y bebida. “Nada es permanente. Tanto riqueza como pobreza es algo pasajero. Eso es lo que Jesús nos quiere enseñar”, señala el P. Javier en la homilía.
El sacerdote marca en su alocución la existencia de dos realidades en esta parábola. Por un lado la riqueza y la pobreza material, lo que no implica que sean malas en si mismas. Jesús no juzga el bienestar, sino el disfrute a la vista de los que menos tienen sin compartir nada.
“Tenemos que ser prudentes en el estilo que nos toque vivir, ya sea rico o ya sea pobre, para alcanzar tesoros en el cielo.”
También, dijo, esta parábola es aplicable a la vida espiritual. Los ricos somos los cristianos que tenemos a Jesús; los Sacramentos, en especial la Eucaristía; la Palabra; estamos bautizados, pero también están quienes no tienen esa riqueza, entonces son pobres.
Nuestra obligación es compartir, así como las riquezas materiales, también la Palabra con quienes no la conocen. Enseñar la importancia de los sacramentos. De nada vale que nos llenemos de la Palabra de Dios y la guardemos egoístamente sólo para nosotros.
Finalizó diciendo que estas son dos realidades que todavía nos cuestan vivir. Todos tenemos algo para compartir siempre. “Nadie es tan rico que no necesite la ayude de otros, y nadie es tan pobre que no tenga algo para compartir con los demás”.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Sin Bautismos
Desde hace ya muchos años, en las Capillas dependiente de la Parroquia Nuestra Señora de La Paz se celebran Bautismos, además de algún casamiento de vez en cuando.
El Bautismo durante la Misa en los barrios es, además del Sacramento en sí, una hermosa oportunidad de Catequesis para aquellos adultos que en muy pocas ocasiones se acercan a participar de la misma.
Durantes las Confirmaciones en que los chicos deben ir a la Parroquia, algunas familias de las zonas marginales se rehúsan a hacerlo. Los catequistas deben buscar a los confirmando desde sus hogares, vestirlos con ropitas que han conseguido para la ocasión, e incluso oficiar de padrinos porque sus padres y familiares no se "animan ir al centro" por su humilde condición.
En estos últimos días nuestro Párroco anunció la suspensión de los Bautismos y otras celebraciones que no sean Misas en las Capillas de la zona urbana, salvo en las respectivas Fiestas Patronales.
Miembros de la comunidad de la Capilla Virgen de la Medalla Milagrosa se han sentido molestos por esta decisión considerando que muchos niños pueden quedar sin ser bautizados por lo que señalábamos antes; y además, por ese sentido de la devoción popular, muchas personas hacen promesas a la Virgen Milagrosa referidas a que sus hijos recibirán los Sacramentos a los pies de su imponente Imagen. No es justo romper con tan bellas manifestaciones de fe que les garantiza la protección de la Medalla Milagrosa; con la ilusión de compartir en familia, aún en la más humilde de las condiciones, la alegría de un Bautismo, porque no es lo mismo estar en el barrio, entre “su” gente, que tener que salir del "habitat" para ponerse a la altura de tantas otras familias que con sus mejores galas (y muchos por simple alarde) bautizan a sus niños en la Parroquia un domingo al mediodía. Por lo menos así lo sienten muchos de los feligreses de las zonas marginales de La Paz.
El Bautismo durante la Misa en los barrios es, además del Sacramento en sí, una hermosa oportunidad de Catequesis para aquellos adultos que en muy pocas ocasiones se acercan a participar de la misma.
Durantes las Confirmaciones en que los chicos deben ir a la Parroquia, algunas familias de las zonas marginales se rehúsan a hacerlo. Los catequistas deben buscar a los confirmando desde sus hogares, vestirlos con ropitas que han conseguido para la ocasión, e incluso oficiar de padrinos porque sus padres y familiares no se "animan ir al centro" por su humilde condición.
En estos últimos días nuestro Párroco anunció la suspensión de los Bautismos y otras celebraciones que no sean Misas en las Capillas de la zona urbana, salvo en las respectivas Fiestas Patronales.
Miembros de la comunidad de la Capilla Virgen de la Medalla Milagrosa se han sentido molestos por esta decisión considerando que muchos niños pueden quedar sin ser bautizados por lo que señalábamos antes; y además, por ese sentido de la devoción popular, muchas personas hacen promesas a la Virgen Milagrosa referidas a que sus hijos recibirán los Sacramentos a los pies de su imponente Imagen. No es justo romper con tan bellas manifestaciones de fe que les garantiza la protección de la Medalla Milagrosa; con la ilusión de compartir en familia, aún en la más humilde de las condiciones, la alegría de un Bautismo, porque no es lo mismo estar en el barrio, entre “su” gente, que tener que salir del "habitat" para ponerse a la altura de tantas otras familias que con sus mejores galas (y muchos por simple alarde) bautizan a sus niños en la Parroquia un domingo al mediodía. Por lo menos así lo sienten muchos de los feligreses de las zonas marginales de La Paz.
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domingo, 19 de septiembre de 2010
Homilía 25º Domingo durante el año
El Evangelio de hoy, Lc 16 1-13, correspondiente al 25º Domingo del Ciclo C ha sido siempre motivo de diversas interpretaciones.
El P. Sergio centró su homilía en la deshonestidad del administrador, protagonista de la parábola de Jesús: “el aceite y el trigo eran del patrón, por lo que estaba haciendo descuento con algo que no era suyo. Es fácil ser generoso con lo ajeno. De esa forma este hombre se estaba acomodando con sus amigos para que cuando quedara sin trabajo tener quienes lo recibieran en sus casas.”
“Esta mala administración que suele suceder con las cosas materiales lo tenemos que pensar también en el campo espiritual. Con respecto a Dios administramos mal el tiempo que le dedicamos, la oración, el grado de participación en la Misa, o cuánto y cómo ayudamos a preparar la capilla y cómo nos preparamos nosotros. También debemos preguntarnos cómo administramos la vida de la Gracia que recibimos en el Bautismo o cómo administramos la Vida de Dios que recibimos por medio de la Comunión.”
“También en el cumplimiento de nuestras responsabilidades en casa y en el trabajo. Solemos a veces no ser buenos administradores. Desde los horarios, la fraternidad con los compañeros, la distribución de las tareas sobrecargando a otros mientras nos hacemos los distraídos, y ni hablar si tenemos que administrar dinero en alguna empresa. El Señor en medio de esas responsabilidades nos invita a ser justos y a dar todas nuestras capacidades.
Pidamos al Señor que nos ayude en el cumplimiento y el cuidado de todas las cosas en la que nos vemos involucrados, las nuestras y las ajenas; y también en aquellas que son de todos: los juegos y plantas en los espacios públicos; los bancos en las escuelas. Todo es nuestra responsabilidad de la que Dios nos va pedir cuenta. Pidámosle entonces esto al Señor y hagamos el firme propósito de cuidar más aquello que es de todos. Que así sea.”
Otras interpretaciones señalan que en épocas de Jesús era común otorgar grandes comisiones a quienes eran capaces de cobrar una deuda. En la parábola, Jesús elogia al administrador porque renuncia a su comisión asegurándose así un lugar entre los clientes de su antiguo patrón para el día que no tuviera ya trabajo.
Mons. Gustavo E. Podestá, en el año 1983 decía: "Era costumbre admitida en Palestina el que los administradores tuvieran alguna ganancia ‘extra', anotando en los recibos –como hoy hacen muchos jefes de compra o de venta en las empresas- más cantidad de lo que de hecho prestaban. Como el interés estaba prohibido por la ley mosaica era una manera de sacar ganancia sobre el capital tanto para el dueño como para el que mediaba el negocio. Lo que hace el administrador en nuestro relato al bajar la suma de lo prestado a cifras más reales es tener, por fin, un acto de honestidad".
Texto completo de la Homilía de Mons. Podestá - www.Catecismo.com.ar
El P. Sergio centró su homilía en la deshonestidad del administrador, protagonista de la parábola de Jesús: “el aceite y el trigo eran del patrón, por lo que estaba haciendo descuento con algo que no era suyo. Es fácil ser generoso con lo ajeno. De esa forma este hombre se estaba acomodando con sus amigos para que cuando quedara sin trabajo tener quienes lo recibieran en sus casas.”
“Esta mala administración que suele suceder con las cosas materiales lo tenemos que pensar también en el campo espiritual. Con respecto a Dios administramos mal el tiempo que le dedicamos, la oración, el grado de participación en la Misa, o cuánto y cómo ayudamos a preparar la capilla y cómo nos preparamos nosotros. También debemos preguntarnos cómo administramos la vida de la Gracia que recibimos en el Bautismo o cómo administramos la Vida de Dios que recibimos por medio de la Comunión.”
“También en el cumplimiento de nuestras responsabilidades en casa y en el trabajo. Solemos a veces no ser buenos administradores. Desde los horarios, la fraternidad con los compañeros, la distribución de las tareas sobrecargando a otros mientras nos hacemos los distraídos, y ni hablar si tenemos que administrar dinero en alguna empresa. El Señor en medio de esas responsabilidades nos invita a ser justos y a dar todas nuestras capacidades.
Pidamos al Señor que nos ayude en el cumplimiento y el cuidado de todas las cosas en la que nos vemos involucrados, las nuestras y las ajenas; y también en aquellas que son de todos: los juegos y plantas en los espacios públicos; los bancos en las escuelas. Todo es nuestra responsabilidad de la que Dios nos va pedir cuenta. Pidámosle entonces esto al Señor y hagamos el firme propósito de cuidar más aquello que es de todos. Que así sea.”
Otras interpretaciones señalan que en épocas de Jesús era común otorgar grandes comisiones a quienes eran capaces de cobrar una deuda. En la parábola, Jesús elogia al administrador porque renuncia a su comisión asegurándose así un lugar entre los clientes de su antiguo patrón para el día que no tuviera ya trabajo.
Mons. Gustavo E. Podestá, en el año 1983 decía: "Era costumbre admitida en Palestina el que los administradores tuvieran alguna ganancia ‘extra', anotando en los recibos –como hoy hacen muchos jefes de compra o de venta en las empresas- más cantidad de lo que de hecho prestaban. Como el interés estaba prohibido por la ley mosaica era una manera de sacar ganancia sobre el capital tanto para el dueño como para el que mediaba el negocio. Lo que hace el administrador en nuestro relato al bajar la suma de lo prestado a cifras más reales es tener, por fin, un acto de honestidad".
Texto completo de la Homilía de Mons. Podestá - www.Catecismo.com.ar
domingo, 12 de septiembre de 2010
Requisitos para comulgar
Pedido de Publicación.
La Parroquia Nuestra Señora de La Paz a difundido un artículo escrito por el P. Javier Margheim referido a los requisitos que todo católico debe cumplir para poder acercarse a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Es un artículo que escribí ante los casos de comuniones realizadas por personas que no estaban en condiciones.
P. Javier Margheim
La Parroquia Nuestra Señora de La Paz a difundido un artículo escrito por el P. Javier Margheim referido a los requisitos que todo católico debe cumplir para poder acercarse a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
- Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica
- Estar en gracia. Vivir de acuerdo a los Diez mandamientos y confesar todo pecado mortal.
- Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas).
Es un artículo que escribí ante los casos de comuniones realizadas por personas que no estaban en condiciones.
P. Javier Margheim
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Homilía 24º Domingo durante el año
El P. Javier, en la Homilía de hoy, 24º Domingo durante el año, se desmenuzó muy didácticamente las tres parábolas más significativas que se relatan en el Evangelio de san Lucas (15, 1-32). Significativas en el sentido que muestran claramente quién es Dios de boca del mismo Dios Hombre: Dios es pura Misericordia, es infinitamente Amor.
En la primera, la de la oveja perdida, el P. Javier explica que Jesús usa la poesía, la metáfora, porque de hecho ningún pastor dejaría noventa y nueve ovejas en el campo para buscar a una. “Así obra Dios, a contrapelo de lo que hace el hombre: el Pastor es Dios y la oveja somos cada uno de nosotros. Por distintas circunstancias nos alejamos de Dios, y Dios se desespera para buscarnos hasta que nos encuentra, y cuando nos halla hay alegría; hay fiesta…”
Respecto de la segunda parábola: “Aquí la cosa cambia, la mujer somos nosotros y la moneda en este caso es Dios”. El sacerdote explica que en tiempos de Jesús diez monedas para la mujer significan la dote, signo de fidelidad y amor único al esposo. Si perdía una el marido podía llegar a pensar que le había sido infiel, “por eso se desespera, y así tenemos que ser nosotros: cada vez que le somos infiel a Dios en el pecado tenemos que desesperarnos por restablecer esa unión con Él, no quedarnos tranquilos, de brazos cruzados. Por eso tenemos que buscar la dote, esa dote que viene del Bautismo”.
La última parábola, conocida como la del hijo pródigo, o mejor aún, la del Padre Misericordioso nos muestra de cuerpo entero a nosotros con nuestras actitudes: querer la “libertad”, creernos no necesitados del Padre, pero en un determinado momento “esa supuesta libertad se acaba, y queremos volver”.
“Aquí nuevamente Jesús rompe con los esquemas del hombre: el padre ve venir al hijo desde lejos y rompe con todo protocolo social y sale corriendo a su encuentro: el hijo arrepentido vuelve despacio, la misericordia de amor corre, y no sólo que abraza al hijo, sino que lo viste, le devuelve su condición y hace fiesta.
Dios se desespera cuando un hombre peca, lo busca, sale corriendo a su encuentro, y es lógico entonces que se alegre y haga fiesta cuando lo encuentra.”
Más adelante el P. Javier, tomando la figura del hermano mayor de la parábola, y se pregunta “Si se alegra y hace fiesta por cada uno que se arrepiente a último momento, ¿y con los que queremos serle fiel, que hay para nosotros?. Aquí aparece la duda. El hijo mayor se enoja con el padre, no quiere saber nada de la fiesta, se encierra en sí mismo, y el padre otra vez sale y lo llama. Acaso “ese hijo tuyo” vale más que yo. Pareciera como que Dios se olvida del pecado. No, Dios no se olvida del pecado, exige primero el arrepentimiento sincero, la conversión. No olvida, perdona. Y para aquel que le es fiel la alegría está en lo que el mismo Jesús pone en boca del Padre: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo”.
Por esto, el P. Javier exhorta a la comunidad a que no repitamos nosotros lo del hermano mayor: “nosotros también tenemos que salir corriendo al encuentro del que vuelve arrepentido. Tenemos que salir con Jesús en busca de la oveja perdida, lastimarnos los pies y las manos para buscarlo… esa es la condición para ser verdaderamente fieles, porque ¿quién no se identificó con la oveja, la moneda o el hijo que se fue? Nosotros también somos pecadores, pero tenemos la esperanza, la espera de Dios constantemente, y Dios hace fiesta cundo retornamos a Él, y la imagen de esa fiesta es la Eucaristía donde celebramos el Amor de Dios.”
En la primera, la de la oveja perdida, el P. Javier explica que Jesús usa la poesía, la metáfora, porque de hecho ningún pastor dejaría noventa y nueve ovejas en el campo para buscar a una. “Así obra Dios, a contrapelo de lo que hace el hombre: el Pastor es Dios y la oveja somos cada uno de nosotros. Por distintas circunstancias nos alejamos de Dios, y Dios se desespera para buscarnos hasta que nos encuentra, y cuando nos halla hay alegría; hay fiesta…”
Respecto de la segunda parábola: “Aquí la cosa cambia, la mujer somos nosotros y la moneda en este caso es Dios”. El sacerdote explica que en tiempos de Jesús diez monedas para la mujer significan la dote, signo de fidelidad y amor único al esposo. Si perdía una el marido podía llegar a pensar que le había sido infiel, “por eso se desespera, y así tenemos que ser nosotros: cada vez que le somos infiel a Dios en el pecado tenemos que desesperarnos por restablecer esa unión con Él, no quedarnos tranquilos, de brazos cruzados. Por eso tenemos que buscar la dote, esa dote que viene del Bautismo”.
La última parábola, conocida como la del hijo pródigo, o mejor aún, la del Padre Misericordioso nos muestra de cuerpo entero a nosotros con nuestras actitudes: querer la “libertad”, creernos no necesitados del Padre, pero en un determinado momento “esa supuesta libertad se acaba, y queremos volver”.
“Aquí nuevamente Jesús rompe con los esquemas del hombre: el padre ve venir al hijo desde lejos y rompe con todo protocolo social y sale corriendo a su encuentro: el hijo arrepentido vuelve despacio, la misericordia de amor corre, y no sólo que abraza al hijo, sino que lo viste, le devuelve su condición y hace fiesta.
Dios se desespera cuando un hombre peca, lo busca, sale corriendo a su encuentro, y es lógico entonces que se alegre y haga fiesta cuando lo encuentra.”
Más adelante el P. Javier, tomando la figura del hermano mayor de la parábola, y se pregunta “Si se alegra y hace fiesta por cada uno que se arrepiente a último momento, ¿y con los que queremos serle fiel, que hay para nosotros?. Aquí aparece la duda. El hijo mayor se enoja con el padre, no quiere saber nada de la fiesta, se encierra en sí mismo, y el padre otra vez sale y lo llama. Acaso “ese hijo tuyo” vale más que yo. Pareciera como que Dios se olvida del pecado. No, Dios no se olvida del pecado, exige primero el arrepentimiento sincero, la conversión. No olvida, perdona. Y para aquel que le es fiel la alegría está en lo que el mismo Jesús pone en boca del Padre: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo”.
Por esto, el P. Javier exhorta a la comunidad a que no repitamos nosotros lo del hermano mayor: “nosotros también tenemos que salir corriendo al encuentro del que vuelve arrepentido. Tenemos que salir con Jesús en busca de la oveja perdida, lastimarnos los pies y las manos para buscarlo… esa es la condición para ser verdaderamente fieles, porque ¿quién no se identificó con la oveja, la moneda o el hijo que se fue? Nosotros también somos pecadores, pero tenemos la esperanza, la espera de Dios constantemente, y Dios hace fiesta cundo retornamos a Él, y la imagen de esa fiesta es la Eucaristía donde celebramos el Amor de Dios.”
domingo, 5 de septiembre de 2010
Homilía 23º Domingo durante el año
El P. Ricardo, en su homilía del día de hoy, correspondiente al 23º Domingo durante el año, en el que meditamos el Evangelio de san Lucas (14, 25-33), donde Jesús sentencia que “el que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”, manifiesta que en todos los ordenes de la vida existe la necesidad de ver, pensar, analizar y rezar antes de tomar cualquier decisión.
Precisamente, en esta semana han visitado nuestra ciudad seminaristas del Seminario de Paraná, que recorriendo los distintos establecimientos educativos hablaban de esto a los jóvenes: la vocación, no solamente la sacerdotal y/o religiosa, sino la importancia que tiene saber descubrir la verdadera vocación, aquella a través del pleno ejercicio de la misma seamos testimonio de verdad, cumplimiento y servicio a los demás.
“Es necesario buscar, decía el P. Ricardo, momentos, encuentros de reflexión para que, como el rey de la parábola de Jesús, podamos calcular como construir nuestra vida, saber como se hace frente a cada dificultad, no sólo para nosotros, sino por el bien de los demás también.
Pidamos al Señor, aquel que nos sigue llamando, nos sigue convocando a cada uno, para que en la vocación específica en nuestras vidas sepamos también darle un lugar a Dios para que Él nos muestre con su Sabiduría y Amor lo que ha pensado para nosotros.”
Precisamente, en esta semana han visitado nuestra ciudad seminaristas del Seminario de Paraná, que recorriendo los distintos establecimientos educativos hablaban de esto a los jóvenes: la vocación, no solamente la sacerdotal y/o religiosa, sino la importancia que tiene saber descubrir la verdadera vocación, aquella a través del pleno ejercicio de la misma seamos testimonio de verdad, cumplimiento y servicio a los demás.
“Es necesario buscar, decía el P. Ricardo, momentos, encuentros de reflexión para que, como el rey de la parábola de Jesús, podamos calcular como construir nuestra vida, saber como se hace frente a cada dificultad, no sólo para nosotros, sino por el bien de los demás también.
Pidamos al Señor, aquel que nos sigue llamando, nos sigue convocando a cada uno, para que en la vocación específica en nuestras vidas sepamos también darle un lugar a Dios para que Él nos muestre con su Sabiduría y Amor lo que ha pensado para nosotros.”
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